lunes, 20 de octubre de 2008

Principales fases de la historia del carlino

En oriente existen dos teorías sobre el nacimiento de la raza del Carlino. La primera nos confirma su origen en el año 1000 a.C., mientras en la segunda la sitúa en el año 730 d.C. A pesar de no prevalecer una sobre otra y delimitar exactamente el origen de la raza, lo que resulta innegable es que las primeras noticias sobre el Carlino nos sitúan en Cantón gracias a que a lo largo de la buena parte de su historia esta región asiática ha estado representando en su cultura y su arte, en esculturas, joyas y porcelanas, a perros de esta raza. Durante mucho tiempo hicieron felices a varias dinastías, de emperadores, príncipes y mandarines. El Carlino gozaba de grandes privilegios entre la realeza china y era considerado un regalo divino, siendo como ofrenda en bodas de importantes personalidades, emperadores y príncipes. Considerado un animal sargado, cuando se representaba en pareja simboliza la protección contra el mal. Además, en China se creía que las arrugas de su frente revelaban un significado mágico.
Al carlino se le conocía estirpe noble; también como la Chang o CNAG Sze. En Japón y Corea le llaman poidog y Szu Chuan.
El carlino en Europa
Algunos autores atribuyen a Holanda el honor de haberse convertido en el primer país de entrada del Carlino en Europa. Su actividad comercial con oriente, a través de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, dio pie a la importación de estos perros, a los que llamaron Mopshond (Mops), nombre que se continúa utilizando en la actualidad. En 1688 Guillermo III y Maria II llevaron desde Holanda a Inglaterra un grupo de Carlinos y tuvieron un gran éxito en la corte inglesa. Allí, el Carlino recibió el nombre de Pug, derivado del latín pungnus, que significa puño.
Así, esta raza se hizo popular en otros países de nuevo en manos de grandes personalidades y miembros de la realeza hasta el punto de llegar a ser casi oficial en tiempos de la reina Victoria. Desde primeros pasos en Inglaterra en manos de la dinastía de los Orange y hasta el presente, el Carlino ha tenido épocas de decaimiento, pero gracias al trabajo de grandes criadores a lo largo de ese tiempo podemos disfrutar del Carlino tal y como hoy lo conocemos. La primera muestra de la raza tuvo lugar en 1883, y en 1887 se fijó el primer estándar del carlino.
En Francia, la moda del Carlino comenzó bajo el reinado de Luis XV. Grandes personajes y aristócratas fueron propietarios de uno de estos perros, como Josefina de Beauharnais, primera esposa de Napoleón y emperatriz de Francia, o Maria Antonieta, que lo tuvo a su lado hasta el momento de su ejecución en la guillotina. Más tarde, el Carlino perdió su popularidad entre la aristocracia frente a otra raza, el pequinés, aunque recuperó su auge en manos de los duques de Windsor.
En Italia, su nombre Carlin deriva de Carlin Bertinazzi, famoso actor italiano fallecido en 1783 en Paris. Este actor interpretó el papel de arlequín, y al Carlino se le bautizó con su nombre por el gran parecido entre la máscara negra del personaje con la máscara de la que hacen gala estos perros. Este nombre también es utilizado en Francia.
En España el Carlino apareció a finales del siglo XV en la corte de reina Isabel, después de ser importado de Portugal. En aquella época, recibían en España el nombre de “Bellas” en honor a la reina. Su popularidad la llevó a ser motivos incluidos en obras de arte de la época, como el retratado por Goya a los pies de la marquesa de Pontejos.
Anécdotas históricas
A lo largo de la historia y en diferentes puntos del mundo, el Carlino ha sido protagonista de anécdotas que, siglos después, aún se recuerdan. Una de las más antiguas sucedió en China, cuando el emperador Ming, de la dinastía Tang, jugaba al ajedrez con un príncipe cuando repentinamente su Carlino, que descansaba en su cama, emprendió una alocada carrera llevándose por delante el tablero de ajedrez y derrumbando todas las piezas. En otras circunstancias, de no haber sido el Carlino el causante, se hubiera considerado una falta muy grave, pero este perro, al que todo se le permitía. No solo salio indemne de la situación, sino que convirtió la escena en una diversión para los presentes.
Ya en tiempos más recientes, Josefina de Beauharnais, esposa de Napoleón, era la feliz propietaria de un Carlino al que llamaba “Fortune”. Cuentan que desde el día de su boda “Fortune” acompañó a Josefina en su cámara nupcial y que incluso en una ocasión llego a morder la pierna a Napoleón, situación que provocó la mofa popular, pues se decía que resultaba irónico que un emperador que había luchado en tantas batallas fuera echado de su propia cama por un perro faldero. “Fortune” perdió la vida en una pelea con el perro del cocinero, pero Josefina no tardó en hacerse con un nuevo Carlino, al que bautizó con el mismo nombre. Luciano Bonaparte, por otro lado, fue también un gran aficionado a la raza, criando varias decenas de ellos.
Se dice también que los franceses denominaron al color del Carlino como “Isabel” o “Isabelino” refiriéndose de forma irónica al color de la ropa interior de la reina Isabel, pues ésta había hecho el voto de no cambiarse de ropa hasta que fuera expugnada la plaza fuerte de Ostende, cuyo asedio duró unos tres años. Podemos imaginarnos que el color de sus vestiduras se asemejaría bastante al color del lomo del Carlino leonado.
Esta gran trayectoria histórica ha encontrado su reflejo en la actualidad, pues en todos los países que hemos mencionado y en muchos otros en los que se ha asentado con éxito, la raza vive un gran momento en el presente, teniendo una gran aceptación entre el público en general y con una gran representación, cada vez mayor, en exposiciones de belleza.

3 comentarios:

Javier dijo...

He visto un poco la introducción que haces de estos adorables perros y me ha gustado.
Suerte

Unknown dijo...

la edes

Unknown dijo...

La verdad es que este blog me proporciona buena informacion d los carlinos, animaos a poner cada vez mas cosas